El arqueólogo enamorado

Daniel Casado Rigalt

Editorial La esfera de los libros

Ahora que hemos salido todos de nuestro armario particular en la fiesta de viernes y nos reconocemos físicamente, pues declaro que aquí ha habido tráfico de influencias por parte de Amparo. Y además queda declarado mi propio conflicto de intereses (si Daniel gana mucho dinero con el libro tal vez mi regalo de Navidad 09 sea mejor). No soy insobornable. Pero escribo esto porque creo que os gustará leerlo.
Hay un código secreto de libros que todo el mundo debería haber leído e incluye el famoso “Dioses tumbas y sabios” que tanto nos ha enseñado a amar la arqueología. Tanto que a mí me ha hecho ir ya tres veces a Micenas. La arqueología es la quintaesencia del romanticismo. Daniel no está enamorado de la arqueología. Esa es la primera mentira del libro. Así que no vamos a encontrar un canto a la tierra ni a la profesión ni a las piedras. Pero vamos a conocer mejor las pequeñas historias de nuestros pueblos. Esas cosas que uno quiere saber cuando viaja, los chascarrillos de los descubrimientos, que la Dama de Elche está marcada desde que estuvo en el Louvre, que los franceses nos la devolvieron como pago a nuestra posición neutral en la guerra, que ellos reconocieron Altamira antes que nadie, que la Virgen del Rocío es la heredera de una diosa cartaginesa (lo que es la vida… esa diosa se llama Tanit y lo primero que escribí en público fue en una revista con ese nombre también por tráfico de influencias), o que un día se encontraron Tartessos debajo de un Club de Tiro. Nos cuenta las historias de falsificaciones y las miserias de los arqueólogos. Creo que mi capítulo favorito es el del Cerro de los Santos, el capítulo más ibérico en todos los sentidos: ibérico el descubrimiento e ibéricas la golfería y la imprudencia.
Lo acabo de terminar. Es un privilegio porque hasta el día 6 no estará disponible para vosotros. Y ya lo vuelvo a empezar.

Ana Ruiz

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