ULM: El teatro de Mérida

Seguro que al leer teatro de Mérida solo pensáis en  el recinto, histórico, impresionante, en el que se desarrollan las representaciones del festival, puede que solo lo imaginéis de noche.
En mis primeros recuerdos, en el teatro brilla un sol invernal y está vacío. Es el recuerdo de mi infancia, la primera de las innumerables ocasiones en las que he entrado en este recinto mágico, que enorgullece a los habitantes de estas tierras y en ocasiones, también nos indigna la gestión, no solo del teatro, sino de todo el patrimonio Emeritense, que abarca varios períodos aparte del romano.
Apenas recuerdo aquel sol que está grabado en mi memoria, igual me ocurre con la luna, bajo la cual contemplé mi primera representación, fue Electra, y desde aquel momento no he faltado ni un solo año.
Me gusta el ritual, tanto de noche como de día, de una mañana o de una tarde cualquiera, por el que caminas por el acceso al teatro, en noche de representación buscando expectante el vomitorio por el que cambiar de realidad durante unas horas, y de día entrando por el escenario y desgranando los entresijos de la puesta en escena de tantas y tantas obras.
Detrás del escenario hay unos jardines por los que parece que paseas por el peristilo de alguna casa romana.
Y es que, pese a los que vienen y los que van, los que creen hacer suyo un espacio, que en más ocasiones de las que creen no merece ser llenado por egos inflados en otros medios, en otras épocas, en otras artes, las columnas milenarias que soportan majestuosas y con grandeza, el paso del tiempo, que contemplan el paso de numerosas vidas por sus dominios, perduraran como eruditos testigos silenciosos de las alegrías y sinsabores de los habitantes de estas humildes tierras. Seguro que en su memoria, como en la mía, sobresalen los gritos con aires declamatorios de los escolares que llenan de vida la tierra por la que pisan, padres e hijos de tantas generaciones de extremeños, a los que nos han enseñado a sentir y a enorgullecernos de nuestro patrimonio.
Paloma V

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonita la foto! Gracias Amparo!!
Paloma V

ASM dijo...

Gracias a ti Paloma. Lo has contado con tanto sentimiento y tan bonito que dan ganas de salir corriendo a Mérida a perderse en las gradas del teatro imaginando la de gente que las ha ocupado a lo largo de los siglos...
Este verano intentaré disfrutar de ese ambiente mágico que relatas.

Anónimo dijo...

Yo también recuerdo mi primera Mérida de día y mi segunda Mérida ya de noche q como a Paloma, me atrapó para siempre. Aquella vez, me encontré a Nuria Espert al final del vomitorio, en el mejor sitio que he tenido nunca en el teatro. Cada vez que he ido la secuencia de sucesos han contribuido a crear un ritual. Mérida es para mi uno de los grandes tesoros. Yo también pido para Mérida una mejor gestión: las mejores obras, los mejores actores en el más bello escenario para disfrutar del teatro (con mayúsculas). Para poder seguir disfrutando de Mérida con Paloma... Y q nunca más vuelvan a llevar a María Pilar: el escenario no se la merece
Ana

Maria Luisa dijo...

Yo solo he estado una vez hace muchos años y recuerdo que me encanto la experiencia, el ambiente, las luces, el calor, tanta gente, la noche.... Espero volver pronto