Viajar por India es una experiencia intensa por lo extremo
de lo bueno y lo malo. Aunque se pueda viajar de muchas formas, según los
gustos y los presupuestos, mi consejo es encontrar lugares en los que se pueda
descansar entre trayecto y trayecto, para pasar al menos un par de días en las
mejores condiciones. La ciudad de Jaisalmer es un lugar imprescindible (yo
diría lo mejor de este estado). Este lugar, a pocos kilómetros de la frontera
con Pakistán, se encuentra a 16 horas en tren de Delhi y bastante alejado de
los principales aeropuertos del noroeste indio pero vale la pena el esfuerzo
con creces. Muy cerca del desierto del Thar, Jaisalmer fue un lugar clave para
las caravanas de comerciantes durante siglos. Su burguesía desarrolló un
sofisticado gusto que, gracias a su aislamiento, ha dejado huellas insuperables
en los havelis de la ciudad. Los havelis son casas-palacios construidos como en
tantos sitios alrededor de un patio. Estas casas familiares compiten entre sí
hasta en los detalles más mínimos. El resultado: desde fuera la ciudad parece
protegida por un imponente fuerte medieval, pero intramuros es un casco
urbano único por su exhuberancia, delicadeza y buen gusto. Los templos jainistas
y el palacio del Maharajá hacen de la plaza principal del recinto amurallado un
extraño lugar que puede llegar a recordar a los pueblos europeos gobernados por
castillos y catedrales, pero en versión oriental.
El Hotel Lalgarh Fort and Palace de Jaisalmer está situado
fuera de las murallas. Es un haveli completamente nuevo (que nadie se desanime
por esto, compensa con creces renunciar al encanto de lo antiguo a cambio de
todas las comodidades que le permiten a uno reconciliarse consigo mismo después
de casi un día en tren). Hay varias cosas extraordinarias en el hotel. La más
obvia es la terraza, con unas vistas únicas del montículo sobre el que se encuentran
la ciudad antigua y sus murallas. La segunda es el restaurante, que ocupa parte
de la terraza y que yo destacaría entre los mejores del norte de la India y a
precios nada escandalosos. El personal del lugar es también uno de sus activos.
El haveli pertenece a una familia hispano-india (Silvia, de Madrid, y Nehru,
del mismísimo Jaisalmer) que son capaces de ahuyentar cualquier complicación
previsible o no durante tu estancia. Los dos son además la mejor compañía en
durante las cenas en el rooftop bar cuando bajan las temperaturas.
A poder ser, que nadie deje de dar un paseo por la ciudad
con Nehru y de paso, parad en alguna de las dos tiendas de antigüedades del
lugar. También en esto os alegraréis de haber llegado a un lugar a tanta
distancia de los aeropuertos y con un gran espíritu de conservación tal que ha
mantenido el lugar casi intacto.
Héctor
4 comentarios:
Esa terraza... Me ha hecho recordar una imagen de Jaisalmer que había olvidado. Qué frágil es mi memoria...
Qué apetecible ir hasta allí!!! Algún día..........
Maria
Jo, qué ganas de volver a La India!!
Siempre nos quedará la India...
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