El pasado miércoles 27 de octubre tuvimos la fortuna de ser invitados a la degustación del menú Máxime, una propuesta del Museo Chicote en su nueva andadura en la escena del catering. No hay duda de que sólo atravesar esa puerta giratoria es ya toda una experiencia: nos cuesta creer que estemos dando los mismos pasos que un día dieran Frank Sinatra o Cary Grant, que podamos sentarnos en los sofás de piel circulares en los que un día sostuvieron su copa Grace y Rainiero de Mónaco, o que nuestras gabardinas reposen en los mismos soportes de metal cromado donde un día lo hicieran los visones de Ava Gardner o Sofía Loren.
Seguramente todos tenemos la sensación, incluso si nunca hemos estado dentro, de haberlo visitado. Todos conocemos la historia de este lugar mítico regentado por un hombre que se hizo a sí mismo, que comenzó a trabajar a los once años en el Mercado de los Mostenses ayudando a su madre a preparar y vender horchata, fue ayudante de barman del Hotel Ritz y trabajó en otra famosa coctelería madrileña, Cock, muy cerca de su emblemático local; todos sabemos que era hincha del Real Madrid, que inventó varios cócteles y que es el protagonista de numerosas anécdotas, a medias con su reluciente clientela. Pero nos ha sorprendido descubrir que, además de escribir varios libros, redactó un decálogo del barman que os recomendamos consultar (punto décimo, sobre su cliente, “no envidiar su posición ni bienestar”). Tampoco debemos olvidar, porque le honra, que tuvo momentos bajos: la Guerra Civil, tras la época dorada que siguió a su fundación en 1931, o la muerte de su fundador en 1977, que le hizo caer en un período de olvido del que saldría por sus propios fueros como local de culto en la etapa de la Movida Madrileña hasta recuperar en 2001 su antiguo esplendor nacional e internacional. Sin duda, quien mejor lo ha definido es Pedro Serrano, su jefe de RR.PP., diciendo que es “un cóctel en sí mismo”. Un cóctel de presente y pasado, de glamour y sencillez, de fantasía y realidad.
Esto nos da el pulso de la personalidad no sólo del local, también del mito. Pero Chicote no es sólo eso: Tomás Gutiérrez, su actual propietario, nos explicó la razón de ser del acontecimiento con pocas palabras en su breve discurso de presentación: en época de crisis, toda empresa busca nuevas fórmulas, nuevas salidas.
Y esta será una salida en toda regla, porque el Museo Chicote, conocido mundialmente por sus bebidas, se embarca en el catering. Saldrá del famoso lounge de Gran Vía y llegará hasta nosotros… Y le auguramos que lo hará con muy buen pie: una selección basada en la “calidad del producto, la tradición y guiños a la cocina vanguardista” (Javier Vázquez, responsable de Chicote Catering) magníficamente servido, atendido y presentado, que incluía bombón de foie con peta zeta de chocolate, rissoto de boletus, cazuelitas de pisto, queso manchego, piruletas de salmón con polvo de pistacho o pulpo a feira, para terminar con un gintonic ¡¡¡servido en un tubo!!! Qué podemos decir: el socorrido “festín para los sentidos” se queda corto, aunque fuera eso en realidad, elevado al menos a la quinta potencia: entorno mítico, sorprendente gastronomía, buenos vinos, excelente servicio y atención, y un exitazo de convocatoria (en torno a 150 personas) que se debió a su jefe de prensa, Manuel Díaz, al que agradecemos la invitación.
Deseamos todo el éxito del mundo al Museo Chicote en esta su nueva andadura Chicote Catering.
Seguramente todos tenemos la sensación, incluso si nunca hemos estado dentro, de haberlo visitado. Todos conocemos la historia de este lugar mítico regentado por un hombre que se hizo a sí mismo, que comenzó a trabajar a los once años en el Mercado de los Mostenses ayudando a su madre a preparar y vender horchata, fue ayudante de barman del Hotel Ritz y trabajó en otra famosa coctelería madrileña, Cock, muy cerca de su emblemático local; todos sabemos que era hincha del Real Madrid, que inventó varios cócteles y que es el protagonista de numerosas anécdotas, a medias con su reluciente clientela. Pero nos ha sorprendido descubrir que, además de escribir varios libros, redactó un decálogo del barman que os recomendamos consultar (punto décimo, sobre su cliente, “no envidiar su posición ni bienestar”). Tampoco debemos olvidar, porque le honra, que tuvo momentos bajos: la Guerra Civil, tras la época dorada que siguió a su fundación en 1931, o la muerte de su fundador en 1977, que le hizo caer en un período de olvido del que saldría por sus propios fueros como local de culto en la etapa de la Movida Madrileña hasta recuperar en 2001 su antiguo esplendor nacional e internacional. Sin duda, quien mejor lo ha definido es Pedro Serrano, su jefe de RR.PP., diciendo que es “un cóctel en sí mismo”. Un cóctel de presente y pasado, de glamour y sencillez, de fantasía y realidad.
Esto nos da el pulso de la personalidad no sólo del local, también del mito. Pero Chicote no es sólo eso: Tomás Gutiérrez, su actual propietario, nos explicó la razón de ser del acontecimiento con pocas palabras en su breve discurso de presentación: en época de crisis, toda empresa busca nuevas fórmulas, nuevas salidas.
Y esta será una salida en toda regla, porque el Museo Chicote, conocido mundialmente por sus bebidas, se embarca en el catering. Saldrá del famoso lounge de Gran Vía y llegará hasta nosotros… Y le auguramos que lo hará con muy buen pie: una selección basada en la “calidad del producto, la tradición y guiños a la cocina vanguardista” (Javier Vázquez, responsable de Chicote Catering) magníficamente servido, atendido y presentado, que incluía bombón de foie con peta zeta de chocolate, rissoto de boletus, cazuelitas de pisto, queso manchego, piruletas de salmón con polvo de pistacho o pulpo a feira, para terminar con un gintonic ¡¡¡servido en un tubo!!! Qué podemos decir: el socorrido “festín para los sentidos” se queda corto, aunque fuera eso en realidad, elevado al menos a la quinta potencia: entorno mítico, sorprendente gastronomía, buenos vinos, excelente servicio y atención, y un exitazo de convocatoria (en torno a 150 personas) que se debió a su jefe de prensa, Manuel Díaz, al que agradecemos la invitación.
Deseamos todo el éxito del mundo al Museo Chicote en esta su nueva andadura Chicote Catering.
Amelia Perez Villar
2 comentarios:
Yo, era de las que pensaban que Chicote y Cock habían estado comunicados...
Chicote tiene muchísima historia pero Cock me parece que tiene tanta clase... (no por el portero, ni porque cierren la puerta ¿eh?) ¡me fascina ese mobiliario de club inglés privado!
La verdad es que realmente fascina Chicote, por lo menos hasta que lo pruebas y compruebas que fue pero no es. No he probado (y seguramente nunca lo haré) su catering pero sí sus cocteles... y que horror! Fuimos una noche con ansias de conocer y probar. Estaba desierto. Luego sí llegó algún famoso de esos que lo son por haber sido esposa de. Nada que merezca destacar si no fuera porque estando solos tuvimos que llamar al camarero (en la barra) ya que debía pensar que entramos y nos sentamos solamente para charlar! Después de estar esperando no se sabe a qué, de que los "combinados" los hicieran no se sabe donde, el resultado no pudo ser más desastroso! Asqueroso incluso! Desde luego, no me volverán a ver y pienso intentar que no vean a nadie más! Siento Amelia no coincidir en nada contigo esta vez. Pero me alegro de que al menos a alguien le guste...
Publicar un comentario