Speaker´s Corner: Los Gachupines

En el pueblo de Dolores los oficios eran a las 12 de la mañana. Aquel día, el cura observó que muchos parroquianos estaban excepcionalmente inquietos. Los sermones habían agotado su eficacia. Pensando en el futuro, el cura creyó conveniente organizar algo más creativo. Una procesión diferente, con un eslogan atractivo. El número de fieles desencantados aumentaba peligrosamente para la causa. Había que ponerse en marcha.
Cuando los sufridos feligreses esperaban un nuevo ejercicio de megalomanía curil, la procesión de aquel 16 de septiembre de 1810 cambió la Historia. “Viva la Virgen de Guadalupe, mueran los gachupines”. El nuevo grito de guerra lanzado por el cura Hidalgo se convertía en el Grito de Dolores. Así se iniciaba la lucha por la independencia de Nueva España. La fe religiosa, nuevamente, movía montañas. En este caso para volverse contra su patrón.
Desde ese momento, “gachupines” ha sido el término utilizado por los mexicanos para referirse con desdén a los españoles. Sus diferentes usos nos permiten seguir la imagen de España y los españoles en México a lo largo de los últimos 200 años.
La independencia de Nueva España llegó en 1821, cuando Iturbide y el virrey O’Donojú firmaron un documento cuyo original -se dice- lo recuperó Fernando VII para esconderlo en algún cuadro del Palacio Real. El nuevo país se llamó México en honor a los “mexica”, el pueblo que sucumbió a Cortés. son sus símbolos más conocidos. Por esas cosas de la historiografía mexicana, 1821 es un año casi maldito, e Iturbide, uno de los muchos traidores a la patria. Su “pecado” fue autoproclamarse Emperador.
Durante el siglo XIX se consolidó el término gachupín. Entre nuestro “méritos”: el intento de Isidro Barradas de reconquistar México en 1829, esperar hasta 1836 para que Isabel II reconociera la independencia, y el inicial respaldo a Napoleón III en una aventura que acabó con Maximiliano de Habsburgo como Emperador de México.
Nuestra suerte empezó a cambiar con la llegada de Porfirio Díaz al poder, a finales del siglo XIX. A punto estuvimos entonces de dejar de ser gachupines para convertirnos en españoles. La celebración de los 400 años del Descubrimiento significó para los mexicanos el reencuentro con España. El Centenario de la Independencia sirvió de exaltación hispanófila.
Durante el Centenario, los mexicanos interpretaron la independencia en clave familiar: el hijo que se emancipa al llegar a la adolescencia. Porfirio proyectó El Paseo de la Reforma como el lugar de representación de la historia mexicana. Allí están Colón y Carlos IV trasformado en Caballito, compartiendo protagonismo con Moctezuma, Cuauhtémoc, o el Ángel de la Independencia. El Paseo lo culminaría Isabel la Católica. Incluir a Hernán Cortés era excesivo. La escultura de Isabel se frustró con la Revolución.
La imagen de los españoles empeoró notablemente tras la Revolución. La hispanofobia se extendió y los españoles pasamos a ser “pinches gachupines”. Franco hizo lo posible por ahondar la brecha. La única y verdadera identidad mexicana era la prehispánica. Colón y Cortés acabaron con un mundo bucólico donde el hombre vivía en armonía con los dioses y la naturaleza. Había que recuperar el pasado. Como eso era complicado, la doctrina oficial se conformó con construir una versión anti-española de la Historia.
Hace un año llegué a México. Entonces me preguntaba si los mexicanos nos seguían viendo como pinches gachupines. La respuesta era recurrente: desde la hispanofobia de los intelectuales de izquierda a la hispanofilia de la derecha, las emociones son muy variadas.
Con esa duda encaré el partido de fútbol del Bicentenario: México vs España. Nadie se quejó por la elección del contrincante para celebrar la independencia. Xabi, Casillas y Pujol pesaban más que la Historia. Algunos me aconsejaron ir al partido con tapones para que no me pitaran los insultos. Otros me advirtieron de la conveniencia de dejar en casa la camiseta roja. Incluso, me recomendaron llevarme un chubasquero para protegerme del orín.
El partido fue una fiesta, Manolo el del Bombo ejerció de ídolo de masas, la selección española ofreció la Copa a la Virgen de Guadalupe y yo, feliz, me fotografié con la Copa. Ese día dejamos de ser pinches gachupines. Por fin fuimos, al menos durante dos horas, hermanos españoles. Villar le prometió a la Virgen llevarle la Copa si España ganaba el Mundial. Ahora, unos acusan a la Virgen de chaquetera. Otros, recuerdan que si México no se hubiera independizado sería campeona del mundo. ¡Gol de Iniesta!
Antonio C.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno!!, yo no sabia que eramos guachupines...yo sere guachupina? o no se dice asi? que gracioso!, pues si, el futbol une mucho. A mi me han escrito un monton de amigos-compañeros de trabajo franceses, ingleses, alemanes, que no me escriben jamas, para darme la enhorabuena por el mundial (como si yo jugara o algo?!)
Besos,
Soniapt

ana dijo...

Genial, gachupín!
Esta medio victoria os habrá hecho pisar fuerte en DF.
Claro que tiene gracia que lo que más te haya emocionado en Mexico es hacerte la foto con Manolo... Pa´eso te podias haber quedado en Madrid... y te echariamos menos en falta.

Maria Luisa dijo...

Me pregunto si a estas alturas cientos de poderosos del mundo se estarán reuniendo en secreto para analizar en profundidad por qué el futbol consigue lo que ni los políticos ni otras instituciones son capaces de conseguir. ¿Será que en el futbol todo parece verdad? ¿Será la Virgen de Guadalupe?

JAVIER dijo...

Siempre me hizo gracia la Hispanofobia rechinante de los tipos blanquísimos ( algo así como Españoles de flexo y luz de luna), fruto de la estupidez y la ignorancia del crimen criollo ( en no pocos casos superior al de la conquista pues esta era eso "una conquista" y aquello no más que la afirmación, frecuentemente racista, de la superioridad de una clase) en contraste con la Hispanofilia de sectores respetables de mestizos o indios puros que han aprendido a celebrar el encuentro de dos mundos dejando de lado la sangre coagulada doscientos años atrás.
Por qué el fútbol une a las dos naciones hermanas? simplemente porque lo son, porque el fútbol es un deporte de pasiones simples y desmesuradas y el amor familiar es así...no se puede odiar absolutamente y para siempre a tu familia ( no a menos que se sea muy estúpido y esos, dígase de paso, no nos interesan nada).
La copa es nuestra pero si los hermanos la quieren también es suya!

Nacho dijo...

Tanta historia oculta intencionadamente y tanta realidad "plurinacional" convertida en dogma de fe.
Como dijera el cura Hidalgo aquel 16 de Septiembre:
¡Muera el mal gobierno!
¡Viva la Virgen de Guadalupe!
¡Viva Juan Carlos! (por adaptar lo de Fernando VII)

JAVIER dijo...

Bravo! (o Amen!, en este caso...)

Eso sí, Fernando VII que descanse en la paz que dejó cuando se murió porque, por Dios!, qué rey tan malo!!!