Dirección: Marisol Rozo
Reparto: Schmürz Andoni Larrabeiti, Madre (Ana) Sara Nieto, Padre (León) Carlos B. Rodríguez, Hija (Zènobie) Esther Blanca, Vecino Jesús Rodríguez, Cruche (Ama de llaves) Marisol Rozo
Música: Sergio de la Puente (compositor) Ara Malikian (violín)
Compañia: Dragones en el armario
Esta tragicomedia representa la horrible opresión que sufre el individuo por parte de determinados modelos de sociedad (prefiero pensar que no es el mío, aunque se parece bastante). Los protagonistas, huyendo de algo que les atemoriza y que llaman “Ruido”, suben unas escaleras que les llevan en cada nuevo piso a una mayor perdida de sus libertades individuales y de sus posesiones. Esas nuevas perdidas siempre van acompañadas del conformismo de León, el padre, que repite constantemente eso de “no nos podemos quejar, hay familias que viven mucho peor que nosotros”. Zènobie, la hija adolescente, es la única que ve que algo raro está pasando (la juventud inconformista…). Además, la figura de Schmürz que se lleva todos los golpes cada vez que alguno de los personajes (a excepción de Zènobie) siente frustración o cualquier tipo de contratiempo. Todo esto con una estructura piramidal, cuanto más subes peor va la cosa, que por cierto me ha recordado por alguna razón a ese otro esquema que se monto Lars von Trier en Dogville.
Qué decir, Boris Vian es un genio, un inconformista y un provocador. La puesta en escena me parece excelente, es una obra complicada. Teatro del que no te deja frío, del que te hace pensar…eso si un poco difícil.
Reparto: Schmürz Andoni Larrabeiti, Madre (Ana) Sara Nieto, Padre (León) Carlos B. Rodríguez, Hija (Zènobie) Esther Blanca, Vecino Jesús Rodríguez, Cruche (Ama de llaves) Marisol Rozo
Música: Sergio de la Puente (compositor) Ara Malikian (violín)
Compañia: Dragones en el armario
Esta tragicomedia representa la horrible opresión que sufre el individuo por parte de determinados modelos de sociedad (prefiero pensar que no es el mío, aunque se parece bastante). Los protagonistas, huyendo de algo que les atemoriza y que llaman “Ruido”, suben unas escaleras que les llevan en cada nuevo piso a una mayor perdida de sus libertades individuales y de sus posesiones. Esas nuevas perdidas siempre van acompañadas del conformismo de León, el padre, que repite constantemente eso de “no nos podemos quejar, hay familias que viven mucho peor que nosotros”. Zènobie, la hija adolescente, es la única que ve que algo raro está pasando (la juventud inconformista…). Además, la figura de Schmürz que se lleva todos los golpes cada vez que alguno de los personajes (a excepción de Zènobie) siente frustración o cualquier tipo de contratiempo. Todo esto con una estructura piramidal, cuanto más subes peor va la cosa, que por cierto me ha recordado por alguna razón a ese otro esquema que se monto Lars von Trier en Dogville.
Qué decir, Boris Vian es un genio, un inconformista y un provocador. La puesta en escena me parece excelente, es una obra complicada. Teatro del que no te deja frío, del que te hace pensar…eso si un poco difícil.
Sonia PT
3 comentarios:
Y yo que no sabía qué ir a ver...
Pues yo después de leer esta crítica creo que no me voy a animar a verla...
Pues a mi, despues de leer la crítica me ha apetecido todo lo contrario al anterior comentario. Lástima que ya no pongan la obra de teatro.
Qué gráfico y acertado lo de la escalera para retratar la sociedad y los anhelos de muchos de los que forman/formamos parte de ella.......
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