El Mundo de ayer: Memorias de un europeo

ZWEIG, Stefan
Barcelona: El Acantilado, 2002.

En buena parte de las bibliotecas de nuestros abuelos solían abundar volúmenes de Stefan Zweig. Es normal. Fue un prolífico y exitoso escritor de la primera mitad del siglo XX. Novelista, ensayista, traductor, gran viajero, políglota y cosmopolita, a él le gustaba definirse simplemente como europeo, y así es como se titula su autobiografía: El mundo de ayer: Memorias de un europeo. Fue un genuino representante del “genio austrohúngaro”, por usar el título del libro de W. Johnston [El genio austrohúngaro: Historia social e intelectual (1848-1938); Oviedo: KRK Ediciones, 2009]
Stefan Zweig (1881-1942) provenía de una familia judía acomodada, aunque él reconoce que el judaísmo no fue algo fundamental en su vida. Irónicamente, fue este hecho el que le llevó a abandonar su Austria natal en los años treinta. Creció en el ambiente apacible, culto y tolerante de la Viena finisecular, fue testigo del hundimiento del Imperio austrohúngaro, algo que le marcó profundamente, así como de las violentas sacudidas de la Europa de entreguerras y de la caída final en el abismo del nacionalismo totalitario. Antibelicista declarado, fue mal visto por continuar sus relaciones con escritores “enemigos” durante la I Guerra Mundial y por ser un ferviente partidario de la paz, hasta el punto de tener que exiliarse en Zurich durante parte del conflicto; finalmente, tuvo problemas para publicar sus obras en la Alemania nazi, donde fue prohibido en 1936. Su mundo, basado en la tolerancia y el desprecio de la violencia y la irracionalidad en cualquiera de sus manifestaciones, se hacía añicos irremediablemente; no pudo soportarlo más y se suicidó, junto a su última mujer, Lotte, en Petrópolis (Brasil), en pleno avance victorioso de los ejércitos del Eje por África, Europa y Asia.
Esta angustia por el mundo de ayer se traslada a sus libros, y es especialmente visible en sus obras Erasmo de Rotterdam (1934) y Castellio contra Calvino: Conciencia contra violencia (1936), donde resalta el enfrentamiento entre humanismo y fanatismo, aspecto clave de su vida y su obra.
En sus memorias, magníficamente escritas, sale a relucir constantemente esta lucha. Una pena enorme embarga a Stefan Zweig cuando toma plena conciencia de lo que supone la victoria del totalitarismo; ya en 1934 sufrió un registro domiciliario en busca de armas en su casa de Salzburgo. Bastó este primer zarpazo intimidatorio para que Zweig abandonara Austria con destino a Inglaterra, donde residiría hasta 1940. Durante estos años de exilio viajó mucho por América y Europa occidental, y esta sensación de no pertenecer a ningún lugar, de haber sido desenraizado contra su voluntad y el haber perdido su casa, su colección de autógrafos, obra de toda una vida, y sus notas, fue haciendo mella en su espíritu. La Europa que él conoció y disfrutó se había convertido en un lugar inhóspito, violento y amenazante, donde personajes célebres como él tenían difícil cabida.
Pero no todo en su vida estuvo dominado por este pesimismo. Conoció y trató a Hermann Hesse, Romain Rolland, Thomas Mann, Emile Verhaeren, Maximo Gorki, Auguste Rodin…, tradujo a Verlaine y a Baudelaire. Conoció la India, América, la Unión Soviética y buena parte de Europa. Nunca pasó apuros económicos y pudo dedicarse con toda tranquilidad a escribir, traducir y viajar, hasta que llegaron los días oscuros del nazismo y su mundo se vino abajo.
Las Memorias de un europeo son, en fin, el retrato de una época de cambios profundos en la que desaparece el apacible siglo XIX por medio de una profunda crisis bélica que desemboca en el nacimiento de los totalitarismos y llevan a la querida y civilizada Europa de Stefan Zweig al caos de la II Guerra Mundial, cuyo incierto curso en 1942 condujo al autor a la desesperación y a su último acto vital: el suicidio.
Pablo

3 comentarios:

ana dijo...

Esto me lo imprimo!. En mi casa, no había libros de Zweig y he tardado mucho en descubrirlo (hasta que lo publicó Acantilado). Ni siquiera conocía tantas cosas de su vida. Pero sí sé que éste es uno de los libros "fundamentales" para mí. Es un libro inteligente, lúcido y premonitorio. Viernes necesitaba esta recomendación (y vaya magnífico repaso a la figura del autor!!)

ASM dijo...

Gracias Pablo por el recorrido por la vida de S.Zweig y por la recomendacion de lo que parece un libro muy interesante.

Mateo dijo...

Zweig es el más grande. Por favor ¡que todo el mundo escriba sobre él! Y que nadie deje de leer este libro.