Martes a sábados, de 9.30 a 15.00. Jueves, también de 16.00 a 19.00. Lunes, cerrado. Domingos, de 10.00 hasta las 15.00.
Hasta finales de febrero.
Textiles bimilenarios de sorprendente cromatismo, con figuración profusa y abstracciones geométricas de elevada sofisticación se muestran al público en el Museo de América en la exposición Mantos para la eternidad. Textiles Paracas del antiguo Perú, comisariada por Ana Verde, responsable del arte precolombino.
Los tejidos eran de algodón y de camélidos andinos como la vicuña
Los objetos expuestos, mantos, camisas, tocados, sudarios y turbantes, elaborados con algodón o fibras naturales de camélidos, proceden de ajuares funerarios y presentan la particularidad de una milagrosa conservación, ya que la mayor parte de los tejidos antiguos, extremadamente sensibles a la luz y a la descomposición, apenas perduran un par de siglos. Por cierto, el textil más antiguo de España se encuentra en el monasterio de Las Huelgas, en Burgos; data de la Edad Media y es el vestido funerario de una dama regia de Castilla. Por contra, los expuestos en el Museo de América tienen 2.000 años y, al decir de Ginés Sánchez Hevia, autor del montaje, "para hacerse una idea de su antigüedad cabe decir que podría haberlos vestido la Virgen María".
Según la comisaria tal conservación obedece además, y sobre todo, "a la disposición de los ajuares funerarios según las costumbres de Paracas, que consistían en la envoltura de los difuntos en fardos de más de un metro y medio de altura con los ropajes dispuestos a modo de recipientes o sarcófagos, que les acompañarían al más allá". Todo favorecía una momificación especial y guarecía a los tejidos de la erosión y de la degradación naturales. Asimismo, estos fardos eran desenterrados, aventados y saneados reiteradamente, de manera que el impacto de la descomposición de los cadáveres en los textiles se veía muy amortiguado por la sequedad ambiental y por estas prácticas de oreamiento.
Llama poderosamente la atención del visitante la iconografía de los mantos y otras prendas de vestimenta de Paracas, con su figuración a base de motivos ornamentales antropomorfos y zoomorfos -abundan las cabezas cortadas que remiten a la jibarización-, así como las formas geométricas trazadas en disposición de dameros o juegos de formas dentadas. Todo ello permite columbrar, por su profusión y riqueza, que casi todo en el mundo del diseño de textiles estaba ya inventado hace 2.000 años, como sucede con la orfebrería fenicia, cuyos diseños, aun anteriores y según los especialistas, gozan hasta hoy mismo de una modernidad igualmente asombrosa.
La exposición incluye 82 prendas con cenefas y fondos de una gama cromática que abarca desde los rojos, ocres, hasta los verdes, azules marinos y marrones, lo cual plantea numerosos interrogantes aún por despejar sobre la cultura Paracas, dada la perfección de tales manufacturas. Ello invita a pensar en qué tipo tan elevado de organización social acompañaba tan refinadas hechuras, con una armonía insólita en épocas tan tempranas por la evidente calidad del hilado, la confección, el tinte y el bordado de los textiles que la exposición muestra, todo ello ornamentado con cerámicas de culturas precolombinas coetáneas, así como utensilios, mazas o báculos empleados en el seno de las comunidades del litoral peruano.
Textiles bimilenarios de sorprendente cromatismo, con figuración profusa y abstracciones geométricas de elevada sofisticación se muestran al público en el Museo de América en la exposición Mantos para la eternidad. Textiles Paracas del antiguo Perú, comisariada por Ana Verde, responsable del arte precolombino.
Los tejidos eran de algodón y de camélidos andinos como la vicuña
Los objetos expuestos, mantos, camisas, tocados, sudarios y turbantes, elaborados con algodón o fibras naturales de camélidos, proceden de ajuares funerarios y presentan la particularidad de una milagrosa conservación, ya que la mayor parte de los tejidos antiguos, extremadamente sensibles a la luz y a la descomposición, apenas perduran un par de siglos. Por cierto, el textil más antiguo de España se encuentra en el monasterio de Las Huelgas, en Burgos; data de la Edad Media y es el vestido funerario de una dama regia de Castilla. Por contra, los expuestos en el Museo de América tienen 2.000 años y, al decir de Ginés Sánchez Hevia, autor del montaje, "para hacerse una idea de su antigüedad cabe decir que podría haberlos vestido la Virgen María".
Según la comisaria tal conservación obedece además, y sobre todo, "a la disposición de los ajuares funerarios según las costumbres de Paracas, que consistían en la envoltura de los difuntos en fardos de más de un metro y medio de altura con los ropajes dispuestos a modo de recipientes o sarcófagos, que les acompañarían al más allá". Todo favorecía una momificación especial y guarecía a los tejidos de la erosión y de la degradación naturales. Asimismo, estos fardos eran desenterrados, aventados y saneados reiteradamente, de manera que el impacto de la descomposición de los cadáveres en los textiles se veía muy amortiguado por la sequedad ambiental y por estas prácticas de oreamiento.
Llama poderosamente la atención del visitante la iconografía de los mantos y otras prendas de vestimenta de Paracas, con su figuración a base de motivos ornamentales antropomorfos y zoomorfos -abundan las cabezas cortadas que remiten a la jibarización-, así como las formas geométricas trazadas en disposición de dameros o juegos de formas dentadas. Todo ello permite columbrar, por su profusión y riqueza, que casi todo en el mundo del diseño de textiles estaba ya inventado hace 2.000 años, como sucede con la orfebrería fenicia, cuyos diseños, aun anteriores y según los especialistas, gozan hasta hoy mismo de una modernidad igualmente asombrosa.
La exposición incluye 82 prendas con cenefas y fondos de una gama cromática que abarca desde los rojos, ocres, hasta los verdes, azules marinos y marrones, lo cual plantea numerosos interrogantes aún por despejar sobre la cultura Paracas, dada la perfección de tales manufacturas. Ello invita a pensar en qué tipo tan elevado de organización social acompañaba tan refinadas hechuras, con una armonía insólita en épocas tan tempranas por la evidente calidad del hilado, la confección, el tinte y el bordado de los textiles que la exposición muestra, todo ello ornamentado con cerámicas de culturas precolombinas coetáneas, así como utensilios, mazas o báculos empleados en el seno de las comunidades del litoral peruano.
1 comentario:
Qué bonito!
Quién me iba a decir que me podía interesar esto? Pero tan bien explicado...
(me apetece muchísimo ir...!)
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