Speaker´s corner: Notas a pie de página

Veréis. He estado leyendo reseñas estupendas de libros, de largometrajes, viajes a lugares recónditos francamente apetecibles, el último estreno de una obra de teatro o un sabio consejo para no perder de vista una determinada exposición.
Y cuando me disponía a escribir sobre el Mass Moca (Massachussets Museum of Contemporary Art) en North Adams, he recordado el Speaker´s Corner que llevaba por título “Por ti iría al Polo Norte en pantalón corto”, donde Pilar hablaba de ciertas locuras que se cometen por amor. No se hable más.
Llegados a este punto debo decir que considero indispensable un espacio dedicado al Amor en todas sus vertientes, formas y modalidades. Y por supuesto, a todo aquello que de “Él” se deriva, desvaríos incluidos.
Mi visión del amor es absolutamente desgarradora, puramente visceral y así he tenido la fortuna de haberlo sentido.
Así pues, que nadie espere que una servidora ofrezca una óptica dulce del mismo, porque ese aspecto, sin duda interesante también, lo dejo para otros o para otra ocasión.
Mucho tiempo me ha llevado descubrir que es mucho más enriquecedor amar que ser amado. Y no albergo la más mínima duda al respecto. Quienes no han sentido en algún momento de sus vidas ese vacío indescriptible, ese vértigo de final anticipado, esa sensación al despertar que sólo te da la simple ausencia de la persona amada, esa presión en el pecho llamada desamor, han dejado mucho por el camino.
Los Dioses te ponen a prueba. Y acostumbran a tener celos. Hay que estar permanentemente alerta y muy atentos, porque al menor descuido, lanzan sus poderosos tentáculos y te lo arrebatan todo. Así, sin más.
Hay certezas, auténticas certezas, que tan sólo aparecen una vez a lo largo de nuestra existencia. Pero no siempre uno es afortunado. Hay también quien no la ha sentido ni percibido jamás.
Pero lo que sí es cierto es que hasta los hombres más despiadados que nos ha dado la historia han amado. Incluso Madame de Merteuil lloró desconsolada la muerte de su Conde, aunque considerara que la fidelidad es de las virtudes la menos constante, aunque su concepto de los hombres fuera más que despreciable, aún así, amó. Y lloró por no haberlo sabido demostrar ni expresar como hubiera deseado de no haber sido la vanidad su peor enemiga.
Recordaréis, espero, la fantástica escena de Las Amistades Peligrosas en la que Glenn Close, desempolvándose el rostro, aparta las lágrimas que caen de unos enrojecidos ojos, esos ojos que ocultan una rabia incontenible por lo que, en definitiva, había perdido para siempre. Ella lo percibió tarde, demasiado tarde.
Eva Miquel Subías


7 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta lo de.... el amor en todas sus modalidades, vertientes, y formas. Pues claro que si, todas las formas de demostrar amor son bonitas. Creo que cuando sientes amor estás muy cerca de ser feliz. Amor a tu familia, a tus amigos, a tu pareja, si no tenemos esto vamos mal.
Haremos llegar esa reflexión de Eva a los grandes pensadores que estaban en contra del matrimonio homosexual alegando entre otras cosas que cuando sientes amor por alguien de tu mismo sexo eres un tarado mental. Tarado es que con un rifle se carga a 10 personas, por ejemplo.
Muy dura esa escena de las amistades peligrosas. Pilar

Maria Luisa dijo...

¡¡Evaaaaaaaaaaa!!
Te había perdido y este era el último lugar donde esperaba encontrarte... ¡Que alegría!
Me identifico con tu visión del amor, y ademas, si yo hubiera tenido que explicarlo , probablemente hubiera elegido esas 2 películas para hacerlo, desde luego "Las amistades peligrosas" tiene todos los ingredientes... Pero también "Los puentes de Mádison" ¿O no te acuerdas que esa frase es del final de esa película? "Muy pocas veces en la vida se tiene esa clase de certeza..." A mí me lo tuvo que recordar Raquel una vez en Barcelona...
Besos
Mª Luisa

Anónimo dijo...

Por supuesto que todas las formas de demostrar amor son bonitas, pero ¿que tendrá que ver eso con el matrimonio entre homosexuales?

Anónimo dijo...

Es verdad... ya estaba muy superado ¿no? ¿Intelectuales?

JAVIER dijo...

No seré yo quien niegue la pertinencia de hablar de desamor y pérdida como necesaria "cara B" de esa sinfonía extraña que llamamos vida pero...ya pensasteis que de hecho no somos nada originales? Cuantas canciones de amor empiezan o acaban con un: cuando te perdí, nosotros que éramos tan felices, te echo de menos...? cuantas pelis de amor eterno no tratan en realidad de separacion y espera? Los puentes de Madison es un elegante ejemplo del amor abnegado que se sacrifica a si mismo por amor a sus hijos y cariño a un compañero que no es culpable pero, qué me contais de Casablanca? el amor está en Ilsa y su marido o en Ilsa y Rick...siempre nos quedará París!
Yo, por mi parte, me quedo con todo: con el retorcido placer de sufrir el dolor de la pérdida y la ansiedad de la lejanía del amado pero también con la embriaguez de los besos en dulces labios o la calidez del abrazo de quien se ama.
Hace tiempo que recomendé una peli que se llama "El mundo en sus manos" y cada vez que la reveo pienso que una mujer que amar y una goleta que pilotar son mi idea exacta de tener el mundo en mis manos.

JAVIER dijo...

He recordado una historia de amor verdadero, un amor sentido en las miradas de dos extraños, en los gestos de dos desconocidos, tal vez el amor más dulce que he visto nunca. No resisto la necesidad de contároslo.
Pasó hace 8 años en una tarde de guardia: Una chica rubia, bonita, con un rostro tan luminoso como una madonna renacentista...con un tumor de ovario y una complicación menor (la segunda el "problema" solucionable, lo primero la enfermedad incurable). Hablando con ella descubrí que era profesora, que amaba su trabajo a pesar de estar de baja a menudo y que sus gestos y su palabras eran tan delicados como su cara.
Antes de partir vino a buscarla su novio, un chico guapo y encantador. El bebía las palabras de ella, su forma de mirar mostraba adoración de principio a fin. Era imposible no sentir simpatía por seres tan hermosos pero no era la belleza la que impresionaba sino que era tal el brillo que despedían juntos que aún son lo más parecido a dos ángeles que he encontrado en este mundo azul y gris.

Unknown dijo...

Yo quisiera contaros el caso de una amiga que me decía que quería vivir una pasión... luego se casó con un tipo, bueno, no sé si llegó a vivir aquel tipo de pasión por la que suspiraba...

Yo, que como la que ha escrito el artículo, he sido de las que han transitado por la "via dolorosa"- sí, sí, como si fuera "la pasión", porque cuando va bien, es el cielo, pero cuando va mal...- , creo que además del amor pasional, hay que reivindicar el amor sereno, el amor que te da paz y te hace crecer y se mejor cada día, y a propósito de esto, estoy totalmente de acuerdo con que el amor es dar, pero por favor, no confundir con desperdiciarse, con inmolarse en nombre del AMOR, con mayúsculas...

Estoy pensando en un libro que se llama "Las mujeres que aman demasiado", donde se explica muy bien aquello a lo que me estoy refiriendo, espero que me estéis entendiendo...

No sé quién lo ha dicho, pero yo he visto muchas veces esa película, "El mundo en sus manos", y comparto contigo esa sensación de que el amor es ese tipo de plenitud y de libertad -la imagen del velero ayuda, desde luego...!

Y ahora os cuento un secretito: yo entendí por primera vez lo que podía ser el amor cuando mi tío Pepe me llevo un verano a un cine a la calle Fuencarral a ver "La hija de Ryan", de David Lean, y cuando la protagonista queda con su amante junto a un arroyo en un bosque de ensueño y hacen el amor, se ve como el viento mece las copas de los árboles y sólo se escucha su silbido entre las hojas, así durante unos segundos, y entonces yo, con quince años, pensé: sí, asi debe ser....