Al sur de Marruecos

¿Qué es viajar? Ultimamente me lo pregunto con frecuencia. Desde luego no es tener una foto mía en la que de fondo salga la Koutoubia. Viajar es ver, sentir y sobretodo vivir. Vivir como se vive en tu lugar habitual pero con tiempo y el único objetivo de acumular experiencias, sumar paisajes y empaparse de los lugares y la gente que visitas y con la que viajas.
Así que aunque yo ya había estado hacía tiempo en Marruecos, vamos que la foto de la Koutoubia ya la tenía, no me costó nada aceptar la sugerencia de Mercedes y volver (a Marruecos). El país no ha cambiado tanto pero yo sí.
Al llegar a Marrakesh enseguida sorprende el color y la luz. Luego te adentras en su medina y los callejones se llenan de postales con hombres vestidos con la tradicional chilaba sentados ociosos a las puertas de casas y negocios. Las mujeres, en cambio, trabajan.
Marruecos es lo suficientemente exótico para no defraudar a ningun viajero y encima está ahí al lado. A menos de dos horas. Por eso es imperdonable no coger un avión para pasear las medinas, admirar la arquitectura de las madrasas y palacios, cruzar los Atlas, atravesar el desierto siguiendo la ruta de las kasbahs, adentrarse en gargantas de paredes naranjas que someten el cauce de los ríos y que poco mas adelante los recompensan con margenes poblados de palmeras. Pararte a hablar con las mujeres que hacen la colada en el río. Cumplir las reglas del desierto y dar agua y transporte a quien se acerca a la carretera en busca de tu ayuda. Quedarte extasiado con un cielo cuajado de estrellas cuando cae la noche en medio de la nada. Cambiar ese paisaje de naranjas y granates por el verde casi fosforito de los campos en los que se alternan olivos y flores camino de Essaouira y que desembocan en unas dunas que anticipan una ciudad costera, amable, con un mar embravecido y una medina de puertas azules con esa luz que sólo disfrutan en el sur. Para terminar en Casablanca regalándote un baño en un hamman que te quita el polvo del camino pero que intensifica todo un mundo de sensaciones que durante el viaje has ido acumulando.
Salam. ASM




5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué pena que no puedo ver el video, ahora. Es que es verdad que Marruecos es un país muy exótico y es increible que esté a tiro de piedra... Claro que yo ya tengo ganas de ir sin frío porque mis dos últimos viajes...

Maria Luisa dijo...

¡Que bonito lo cuentas! y que fotos tan estupendas.
Se nota que todavía no has vuelto del todo.

Anónimo dijo...

Ahora ya lo he visto. Me encanta!

Anónimo dijo...

Amparo me ha encantado!! el texto y el video. Tengo muchísimas ganas de ir desde hace tiempo, y ahora que he leido esto más!!! un beso MARTA CRUZ

Anónimo dijo...

De Marruecos tengo un recuerdo imborrable, aún más dulce porque se adorna con las memorias de la universidad y la amistad verdadera: fui allí en viaje de paso de ecuador.
En nuestro grupo había de todo pero, para mi sorpresa, inluso los muy juergistas ( entre los que me encontraba!) madrugaban como locos para ver por la mañana eso que tan bien definiste como tan cercano y tan exótico...En este sentido no puedo olvidar la llegada a Marraquech, porque fue nocturna y al dejar el autobus cruzamos a pie la Jemaa al Fnaa, la plaza o asamblea de los muertos, que por entonces era ( creo que ha cambiado algo) una visión de tiempos pasados: vendedores de dentaduras ( si, de verdad, dientes de la abuela pero sin el vaso de duralex!), aguadores, comedores de fuego ( y no era para los turistas, nosotros sólo pasábamos por allí...), contadores de historias con su corrillo de las mil y una noches ( eso si, Sherezades ni una, todas en casa!), chamarileros, una colección de personajes de las aventuras de nuestra infancia...
Vimos muchas cosas, pero las caras de mis mejores amigos, sus sonrisas y sus ojos de estupefacción y de puro placer infantil, apenas iluminadas por las linternas de los vendedores y los fuegos de los "artistas", estan entre los mejores recuerdos de mi vida.