Teatro Español. Madrid
Hasta el 27 de mayo
De John Steinbeck
Director: Miguel del Arco
Intérpretes: Fernando Cayo, Roberto Álamo, Antonio Canal, Rafael Martín, Josean Bengoetxea, Irene Escolar, Eduardo Velasco, Diego Toucedo, Alberto Iglesias y Emilio Buale
“El escritor está obligado a celebrar la probada capacidad del ser humano para la grandeza de espíritu y la grandeza del corazón, para la dignidad en la derrota, para el coraje, para la compasión y para el amor”. John Steinbeck (discurso de agradecimiento por el Premio Nobel)
Hasta el 27 de mayo
De John Steinbeck
Director: Miguel del Arco
Intérpretes: Fernando Cayo, Roberto Álamo, Antonio Canal, Rafael Martín, Josean Bengoetxea, Irene Escolar, Eduardo Velasco, Diego Toucedo, Alberto Iglesias y Emilio Buale
“El escritor está obligado a celebrar la probada capacidad del ser humano para la grandeza de espíritu y la grandeza del corazón, para la dignidad en la derrota, para el coraje, para la compasión y para el amor”. John Steinbeck (discurso de agradecimiento por el Premio Nobel)
A Lennie le gusta tocar cosas suaves. Para él, cosas suaves
es el pelo de un ratón, de un conejo o un vestido de seda. O el pelo de una
mujer. Pero Lennie es enorme. Y nada inteligente. De manera, que no puede evitar
estrujar algunos ratones entre sus dedos cuando se mueven bajo sus caricias. O
intentar tocar una falda de seda pese al rechazo de la mujer que la lleva. Que
Lennie estruje ratones no le ocasiona un problema a George. Pero cuando una
mujer se siente atacada y grita, Lennie no la suelta hasta que George se lo
ordena porque se pone muy nervioso y no es muy listo. Eso sí les ocasiona
problemas. Por eso, George dice siempre que si no tuviera que cargar con
Lennie, podría tener un trabajo, una mujer o irse de putas los fines de semana.
Pero tiene a Lennie pegado a su culo, así que George cuida de Lennie y Lennie
de George. Y se tienen uno al otro y un día comprarán una granja y tendrán
conejos de colores. Será una granja no muy grande pero tendrán una cama para
que se puedan quedar a dormir las visitas y si un día no quieren trabajar
podrán ir a la ciudad. Lennie le pide a George que le repita esto todos los
días. Mientras tanto, intentan ganar dinero para comer, escapando siempre de
los problemas que ocasiona Lennie. Nadie parece entender por qué George cuida
de Lennie. Pero él le explica a Slim que al principio se reía de Lennie, hasta
que un día le mandó tirarse al río y lo hizo. Y luego le daba las gracias por
haberle salvado. Porque Lennie no sabía nadar. Pero se tiró porque se lo dijo
George. Y nunca, nunca le devolvió un golpe pese a que George le daba
verdaderas palizas cuando se desesperaba con él. Cuando George se enfada con
Lennie, éste le pregunta ¿quieres que me vaya a la mierda? ¿quieres que me vaya
a una cueva? Pero George sabe que sin él, Lennie no sobreviviría más allá de
unos pocos días. Todo esto ocurre en California durante la Gran Depresión.
Lennie y George llegan a trabajar a una granja para cargar cebada. El hijo del
jefe se acaba de casar con una preciosidad de 20 años que provoca continuamente
a los aparceros, que la echan sin contemplaciones, sabedores de que acercarse a
ella les buscaría la ruina. En dos horas se narra el transcurrir de unos tres
días. Que nos revelan la soledad más desoladora del ser humano, cómo finalmente
todos envidian de alguna manera la fidelidad de estos dos amigos, que se tienen
siempre el uno al otro. Y cómo el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor.
La obra habla de la soledad y de los sueños (digo yo). Del amor y de la
compasión (dice Del Arco, que lo sabrá mejor que yo). Miguel del Arco ha vuelto
a impresionarme. Porque hasta aquí todo era mérito de John Steinbeck, pero
creerte a unos jornaleros americanos en el teatro español, no está al alcance
de todos los directores (sin ir más lejos el propio Roberto Álamo resultaba
poco creíble como Kowalski en este mismo escenario). Del resto sólo puedo decir
que hay que verlo para entender que todavía me emociona recordar a Roberto
Álamo llevándose el puño al pecho, quiero pensar que ante mis lágrimas y mi
expresión de admiración arrobada por lo que había visto cuando salió a saludar.
Por favor, id al teatro. No siempre se puede ir al teatro y esto es teatro en
estado sublime. Tenemos un genio entre nosotros (Miguel del Arco) y esta vez ha
tocado con su varita a Roberto Álamo.
Ana Ruiz
3 comentarios:
Nosotros fuimos a verla por tu recomendación y nos gusto muchísimo. Es verdad que el director hace que parezca muy creible y no es fácil. Con esta critica tenemos un gran chollo, así solo vamos a lo bueno!!!
Gracias
Soniapt
Dicen que a pesar de la crisis el número de espectadores de teatro ha aumentado,pero con puestas en escena e interpretaciones como esta, no me extraña. Por no hablar más de la adaptación y dirección.
Gracias Ana!
Paloma V
Hasta el 27 de Mayo? Otra que me pierdo.
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