Praga es un sitio requeteconocido y visitado. Pero es sólo la punta del iceberg de un país que tiene mucho que ofrecer, tanto en ciudades como en paisajes.
Hace ya diez años que visité la república checa dentro de mi viaje de interrail y un lugar que me marcó fue Cesky Krumlov. Este pueblín, no muy conocido aunque sí muy importante, es patrimonio cultural y natural de la UNESCO.
Lo primero que hay que disfrutar es el viaje hasta llegar allí. Al menos entonces, había que ir en un tren “convencional” hasta Ceske Budejovice y allí se cogia un tren antiguo y lento de madera que recorría un magnifico paisaje a un ritmo casi, casi aburrido pero que con buena actitud podías disfrutar. En la parte de atrás del tren, el vagón se abría en una especie de balconcete desde donde observar las vías que se escapaban y los árboles y campos verdísimos en pleno verano. Un tren para mirar hacia fuera y regodearte, no un mero transporte.
Cesky Krumlov se encuentra encajonado en un doble meandro del río Moldava, con un castillo y palacio en nivel más elevado desde donde las vistas del pueblo son estupendas. Es un pueblo de aspecto medieval, con casas góticas, renacentistas y barrocas. En el castillo se conserva un teatro barroco, con frescos pintados y con una tramoya y varios aparatos para efectos especiales: sonidos, lluvia,… muy reconocido. Cuando yo fui estaba en reparación así que sólo pudimos ver una parte.
Me alojé en un “Youth hostel” en el mismísimo centro. El pueblo es pequeño pero las calles centrales están abarrotadas de bares y restaurantes con bastante vidilla. Y claro, es Chequia: cerveza a raudales y comida rica en cualquier pub.
Se pasea a gusto por cualquier calle, por los puentes, con el río siempre presente y con muchas cosas para ver. Cada calle tiene algo y las fachadas de los edificios están esgrafiadas. Como el teatro y los títeres tienen relevancia, en cualquier tienda de regalos se pueden encontrar estupendas marionetas.
Sólo estuve dos días y se me hizo corto. Sin ninguna duda es un lugar al que me gustaría volver.
Las fotos son de Patricia Ramos, la amiga con la que compartí la mayor parte del interrail y quién me recomendó visitar este sitio. www.patriciaramos.net
Laura
Las fotos son de Patricia Ramos, la amiga con la que compartí la mayor parte del interrail y quién me recomendó visitar este sitio. www.patriciaramos.net
Laura
3 comentarios:
Ese tren era una una buena terapia antiestrés, y el mejor modo de llegar a un pueblo que también parece detenido en el tiempo
Añadiría otro consejo: pasear hasta el final de los jardines del castillo y hacer un paréntesis junto al estanque; para los amantes del arte, buscar el rastro de Egon Schiele
Gracias Laura por el recuerdo
Gracias también desde aquí. Apetece conocerlo... (Me muero por la cerveza checa!)
Vaya, yo tambien soy fan de la cerveza checa y de los trenes. Siempre me ha parecido que para ser viajero hay que ir en tren, por eso siempre que puedo incluyo un trayecto en tren en mis viajes. Me recuerda los viajeros del XIX y la experiencia tiene un punto romántico... y desde luego ese tren de madera discurriendo lento por un paisaje verde me resulta de lo mas atractivo.
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