Mi serie favorita: Big Love

La poligamia es una de las expresiones más repugnantes del machismo. Algunas sectas ultra-ortodoxas de mormones en Utah la practican. Sorpresa: se puede sentir simpatía por un buen-hombre que duerme en tres camas y convence a sus víctimas de que de esta forma conseguirán el pasaporte a la eternidad.
Big Love es una serie de esas que conocen los grandes serie-adictos, que recurren a la marca HBO buscando una apuesta segura. Quienes lo hacen no se equivocan, aunque esta serie requiere un visionado algo pausado, a diferencia de los clásicos (p.e. TGW) que aseguran caseras tardes de domingo para ver una temporada entera de golpe.
La trama se desarrolla tomando como transfondo el matrimonio entre Bill Henrickson y sus tres mujeres, residentes en Salt Lake City. Barb, la más sensata, es polígama como un hecho consumado; Nicky en cambio parece llevarlo en los genes (es la hija del profeta Roman Grant); Margene, por último, lo es por accidente, pero con el entusiasmo que tiene la gente poco reflexiva cuando se encuentra feliz. Esta familia desterrada de la reserva polígama de Juniper Creek mantiene relaciones esquizofrénicas con su entorno. Su vínculo con quienes permanecen en la comunidad, demuestra que los mormones viven, como el común de los mortales, en una imparable carrera por acumular dólares más allá de lo necesario para sobrellevar la vida terrena y garantizarse la salvación eterna. Dentro de la comunidad, algunos personajes secundarios resultan inquietantes: Lois, la madre de Bill, una amazona asqueada de su marido (que orina en el fregadero) y de sus hermanas-esposas; Wanda, la cuñada de Bill, una esquizofrénica envenenadora; Alby Grant, el hermano tonto de Nicky que aspira a suceder a su padre como profeta.
Con el mundo exterior, las relaciones son menos complejas, aunque no poco extrañas. Los polígamos esconden su condición a vecinos, compañeros de trabajo y clientes. Cuando son descubiertos reclaman sus derechos civiles como minoría e insinúan que las hiper-conservadoras iglesias de Utah son su Leviatán.
A medida que los Henrickson (y sus pobres hijos que ya pertenecen a la generación iPod) sobreviven a su entorno, el espectador que no conozca Estados Unidos más allá de las grandes ciudades costeras puede quedarse perplejo viendo historias de la América profunda sin moverse de su casa.
H.

5 comentarios:

Vico dijo...

Soy una adicta a las series y ésta no la conozco..... Me pongo a buscarla, ya!!! Gracias por la recomendación!!

Ana dijo...

Y cada semana que pasa, más retraso que llevo vcon las series.... ¿qué hago H.?

ASM dijo...

Yo tambien tengo retraso porque lo quiero ver todo. Acabo de empezar Mad Men y he terminado El abogado y Roma. Esta última solo dos temporadas y buenisima. Altamente recomendable. Pondré Big Love en mi lista porque HBO y la recomendacion de Hector son dos motivos para verla.

Maria Luisa dijo...

Escalofriante....
y eso que yo ya vivo en esa perplejidad a diario...¿dólares? esa es la clave, lo demás es solo el decorado
Estoy impaciente por verla.

Laura dijo...

A mi Big Love me parece buena serie aunq a veces un poco lenta. Es de las pocas en que aprovecho para hacer algo más mientras la veo, pero aún así merece la pena. Los personajes son... "marcianos". A veces se pasa un pelín de culebrón pero la historia de la poligamia es muy interesante y todo el transfondo politiqueo-corrupción le da otra lectura, para q no sea una serie plana