Líbano, viaje a la Belle Epoque...

Líbano tiene aún el dudoso honor de ser un destino considerado peligroso: Lo es. Tanto como un garito bohemio frecuentado por individuos tan interesantes como poco recomendables…Los parroquianos son tan amables que olvidas que algunos se detestan cordialmente y puede acontecer que estés en medio cuando comiencen las caricias… Desechados los temores, olvidadas las minas al sur y los anunciados controles (que terminaron por ser 2 check-points de amigables soldados con un “buenos días” en los labios) quedaba dejarse llevar por el exotismo de la Suiza de Oriente. La primera sorpresa fue un viaje puntual y un aeropuerto funcional con la pista remendada después de los últimos bombardeos israelíes, casi sumergida en un mediterráneo tropical. Un corto viaje nos lleva del “aterrador” Beirut sur; feudo de Hezbollah y de la Shí’a hasta el bullicioso Hamra, sede de la AUB ( Universidad Americana de Beirut, la joya académica del medio oriente) de mayoría Sunní. “Nuestro” barrio es agradable, lleno de tiendas Chic y de andar por casa, con cafés “Parisinos” y el Campus enorme, descendiendo hasta el mar. Un mar “organizado alrededor de” La Corniche, el paseo marítimo donde las Beirutíes Cristianas corren con pantalones tan cortos como en Madrid mientras los chicos miran con idéntico descaro… Para el primer día, un paseo bajo un cielo azul de otoño y una cena al lado de las “Pidgeon Rocks” en un café con familias y jóvenes fumando sus chibchas. De vuelta, por calles oscuras pespunteadas de soberbias moles de acero, cristal y mármol, presencias amenazadoras de gatos y enamorados… Nuestro segundo dia nos llevó al reconstruido Museo Nacional con piezas selectas de todos los grandes períodos. A la salida, tomamos la Rue du Damas, conocida otrora como la línea verde. Verde porque separaba cristianos al este y musulmanes al oeste, verde porque los árboles crecían en un suelo fertilizado de tanto en tanto con la sangre de los incautos que se ponían a tiro de los francotiradores…De eso, quedan tanquetas con ametralladoras antiaéreas, soldados amables, edificios con cicatrices, árboles cargados de flores… Tocaba conocer Beirut Este con sus cafés, garitos, casas coloniales francesas, paz y bullicio. Mucha vida, un buen almuerzo rápido y una caminata hasta el “Downtown”, elegante decorado de cartón piedra con casas de lujo, edificios con derecho a perímetro militar, cafés a precios de París y ,ah sí, el Instituto Cervantes… Dejamos caer la noche y nos fuimos a los Souks, los viejos zocos arruinados, sustituidos por un complejo de lujo oriental sufragado por el “almighty US$” para capricho de barones locales y Príncipes del Golfo amantes de la vida golfa… Como tanto lujo no es para nosotros, caminamos por la Corniche, donde cenamos con gente que aprecia alegremente un viernes noche arrullado por el mar.
Con apenas un día para “conocer” el país escogimos Baalbek, la Heliópolis Romana, con un conjunto de templos patrimonio de la Humanidad que nos remite al Poder y la Gloria del gran Imperio. El camino nos llevó por el Valle de la Bekaa, después de subir la cordillera del Líbano por una autopista parcheada por la guerra. En medio los controles, en el valle banderas amarillas de Hezbollah, el rostro de Nasrrallah por todas partes y ni rastro del “mal”. Coches con Cristianas en vaqueros ajustados y sin hiyab comparten lugar con Chiíes de negros paños que muestran sólo los ojos. Para comer, una visita a la montaña del Chouf, cuajada de pinos (los cedros, escasos, están demasiado lejos, en el corazón del bosque…); el Palacio Beiteddine, hoy Palacio de Walid Jumblatt, el cambiante líder Druso; y las ciudades de Barouk e Baakleen con sus casas tradicionales y unos 20 Maserati…día de bodas donde los primos pobres usan Range Rover! De vuelta a Beirut, sólo nos restaba una noche para descansar y coger nuestro autobús matinal a Damasco, pero eso, es materia para otra historia.

Javier SJ

8 comentarios:

ASM dijo...

Que chulo el viaje.........me gustaría ir a Líbano, de Siria ni te cuento pero me temo que tendrá que esperar. Qué pena que estos sitios tan agradables e interesantes para vivir por un tiempo tengan tan mala suerte y estén todo el tiempo en conflicto. A ver si se aclaran las cosas y triunfa el pueblo y sus ganas de prosperar y vivir en paz.
Gracias Javier por tu relato, me ha dado mucha envidia.

JAVIER dijo...

Gracias a ti, Ampa, por la oportunidad y por el esupendo montaje de las fotos con la música de Elissa.
Sólo un pero: Las fotos son totalmente de la autoría de mi compinche de viaje: Mr Vitor Santos, el hombre de la cámara!

Daniel H dijo...

Pues dile a tu compinche que son muy buenas. ¡Qué poderosa atracción ejerce el Oriente sobre nosotros! Gracias por acercárnoslo, Javier.

JAVIER dijo...

Gracias a vosotros por los comentarios!
Ya me encargo de decirle a Vitor que os gustan sus fotos (Pequeña muestra de las 400 de Libano y cerca de 1500 de Siria...)

ana dijo...

Javier, pues vete ya preparando el de Siria ¿no? Estoy esperando los comentarios de los dos cooperantes que pasaron unos meses de su vida construyendo viviendas y dignificando las condiciones de vida en un campo de refugiados palestinos cerca de Tripoli, que luego fue destruido absolutamente. La verdad es que todos pasamos unos días memorables allí. Baalbek es para mí un sitio increible. ¡Nos han fastidiado nuestros viajes!

Otro Javier dijo...

Javier, la verdad que al leerte, se me caen unos lagrimones de añoranza, por haber tenido la grandísima fortuna de pasar por Líbano,..
Gracias por tu escrito y tus fotos.

JAVIER dijo...

Ana, no te preocupes que me da que Ampa me va a pedir un relato del viaje a Siria ;-) Lo malo va a ser escoger las fotos...
Gracias por leer el texto y estoy de acuerdo que Baalbek es fascinante y una buena elección, junto con el Chouf, para una visita tan cortita como la nuestra.
Espero que entre los unos y los otros, el Líbano no ceda a la tentación autodestructiva que le persigue y continue su camino en Paz ( nada me gustaría más que equivocarme cuando hablo de Belle epoque como un periodo de paz entre dos guerras...)
Gracias también a mi tocayo Javier por leer el artículo y por la generosidad en la crítica.
Sobre las fotos, como dije, son de mi compinche, al que ya he transmitido vuestra aprobación.

Blanca dijo...

Gracias, me ha encantado el relato y acrecentado, si es posible, las ganas de visitar el Líbano. Por trabajo, he tenido la oportunidad de conocer a libaneses y su forma de vida, "al filo" del bien y del mal, de la vida y de la muerte, entre oriente y occidente. Busco compañeros de viaje, tal vez para el año próximo para realizar este viaje de mis sueños, si alguien se anima: brurquijo@gmail.com