Creo que a veces viajo a los nombres más que a las ciudades. Viajé a Cartagena de Indias, a Aleppo y a Jerusalén porque me parecía que encerraban en sus nombres un exotismo irresistible. No me defraudaron. Este año he viajado a la vieja Abisinia, a Etiopía. ¿No es un nombre evocador?
Etiopía es bien conocida por sus hambrunas y por Mussolini, pero no todo el mundo sabe que conservan en su cultura nuestros ritos más ancestrales. Curiosamente, ellos siguen costumbres de los cristianos más antiguos, costumbres que ahora se asocian a los judíos (pero sólo porque ellos siguen el Antiguo Testamento) como son respetar el sábado o circuncidarse. Presumen de conservar –eso sí, tan bien guardada que nadie puede verla- el Arca de la Alianza, aquella en la que los seguidores de Moisés guardaban las Tablas de la Ley. La misma arca perdida que buscaba Harrison Ford, por cierto. Y también presumen de contar entre sus pobladores con los descendientes del mismísimo Rey Salomón como consecuencia de una noche en Jerusalén con la legendaria Reina de Saba que ellos reclaman como autóctona. Pero sólo el Kebra Negast defiende esa teoría. La historia académica no acepta la existencia de la Reina de Saba. ¡Quién sabe!
Quien parece que sí existió fue un tal Frumencio, que se encargó de difundir el cristianismo en Etiopía. La leyenda (¿o historia?) de Frumencio no es menos literaria. Viajaba con su hermano Edesio en un barco que naufragó. La reina los acogió y acompañaron al heredero durante su educación. Cuando el heredero cumplió la mayoría de edad regresaron a Alejandría y Frumencio convenció a San Atanasio de su labor evangelizadora en Etiopía. Éste le nombró obispo y los etíopes le consideran su apóstol. Y también existió Haile Selassie, Rey de Reyes, el León de Judá, seguramente el dictador más carismático e interesante de nuestro siglo – por favor, no dejéis de leer el libro que le dedica Kapuscinski- . He aprendido de Preste Juan que para mí era desconocido y ha resultado ser el personaje más influyente para los viajes de exploración de la Baja Edad Media. De los judíos falashas –ahora casi todos en Israel tras la Operación Salomón-. Del Nilo Azul. De las fortalezas de Gondar y del Timkat (la epifanía de los etíopes)… Pero la estrella de cualquier viaje a Etiopía es la legendaria Lallibela, la ciudad de iglesias excavadas en roca, que la leyenda dice que construyeron los ángeles en una sola noche. Este era el nombre que perseguía en mi viaje.
Ana RuizEtiopía es bien conocida por sus hambrunas y por Mussolini, pero no todo el mundo sabe que conservan en su cultura nuestros ritos más ancestrales. Curiosamente, ellos siguen costumbres de los cristianos más antiguos, costumbres que ahora se asocian a los judíos (pero sólo porque ellos siguen el Antiguo Testamento) como son respetar el sábado o circuncidarse. Presumen de conservar –eso sí, tan bien guardada que nadie puede verla- el Arca de la Alianza, aquella en la que los seguidores de Moisés guardaban las Tablas de la Ley. La misma arca perdida que buscaba Harrison Ford, por cierto. Y también presumen de contar entre sus pobladores con los descendientes del mismísimo Rey Salomón como consecuencia de una noche en Jerusalén con la legendaria Reina de Saba que ellos reclaman como autóctona. Pero sólo el Kebra Negast defiende esa teoría. La historia académica no acepta la existencia de la Reina de Saba. ¡Quién sabe!
Quien parece que sí existió fue un tal Frumencio, que se encargó de difundir el cristianismo en Etiopía. La leyenda (¿o historia?) de Frumencio no es menos literaria. Viajaba con su hermano Edesio en un barco que naufragó. La reina los acogió y acompañaron al heredero durante su educación. Cuando el heredero cumplió la mayoría de edad regresaron a Alejandría y Frumencio convenció a San Atanasio de su labor evangelizadora en Etiopía. Éste le nombró obispo y los etíopes le consideran su apóstol. Y también existió Haile Selassie, Rey de Reyes, el León de Judá, seguramente el dictador más carismático e interesante de nuestro siglo – por favor, no dejéis de leer el libro que le dedica Kapuscinski- . He aprendido de Preste Juan que para mí era desconocido y ha resultado ser el personaje más influyente para los viajes de exploración de la Baja Edad Media. De los judíos falashas –ahora casi todos en Israel tras la Operación Salomón-. Del Nilo Azul. De las fortalezas de Gondar y del Timkat (la epifanía de los etíopes)… Pero la estrella de cualquier viaje a Etiopía es la legendaria Lallibela, la ciudad de iglesias excavadas en roca, que la leyenda dice que construyeron los ángeles en una sola noche. Este era el nombre que perseguía en mi viaje.
6 comentarios:
gracias, Walter!
ayyyyyyyyy, es uno de mis viajes soñados......... que envidia
Ahora por fin he podido ver el video entero... ¡Me encanta!!!!
Fátima, tienes que ir!
Te felicito Ana, por el vídeo y las fotografías y por esa sensibilidad y percepción para transmitirnos lo más significativo de Etiopía. Espero conocer ese país algún día.
Un abrazo.
Ha sido un placer ilustrar un texto tan bonito
Anatema,
Felicita a Walter y a Amparo... que son los que se han currado el vídeo!! Se ve con dificultad pero cuando pillas una buena conexión...!
Yo felicito a W. y W. me felicita a mí y si anatema me felicita tb se lo paso a W y así los "vierners" estamos tan satisfechos, jajaja!!!
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