Francia debe su fama principalmente a sus regiones más conocidas, las que los turistas más aman: Normandía, Bretaña, Borgoña o Provenza, que tal vez no sean, sin embargo, las partes más representativas de aquella Francia que no habla sólo francés, aquella Francia que no vive sólo del mito de Napoleón y por fin, de aquella Francia del interior que sabe ser acojedora y abierta a pesar de la general mala fama del pueblo francés hacia el asunto “recepción”.
Descubrí Alsacia, que antes ni siquiera sabía colocar exatamente en el mapa y que ahora en mi imaginario se ha convertido en una región hasta más preciosa que Provenza y adonde volveré con placer cualquier día, entre las muchas partes de Francia que merece visitar por lo menos una vez en la vida.
Llegar a Estrasburgo desde Alemania es muy sugestivo. Sólo un puente separa Alemania y Francia. Una orilla es alemana y la otra francesa. De un lado del río hay escritas incomprensibles y duras (einbahnstrasse), del otro lado la misma palabra tiene sonido ‘suave’ y elegante (sens unique). Hoy parece increíble imaginar que tán sólo hace 20 años había aduana y que ahora es suficiente un minutito de carro para atravesar el puente y entrar en otro país, mudar de lengua, de cultura, de costumbres etc.
La historia de Alsacia es muy interesante pues fue siempre objeto de contienda entre Francia y Alemania y pasó de una nación a otra 2 o 3 veces en los últimos 140 años.
En el barrio antiguo de Estrasburgo hay casitas medievales que parecen trepadas en las orillas de los canales que atraviesan la ciudad y hablan de un pasado próspero por el comercio de la piel.
Qué decir de las viñas interminables del interior alsaciano ? Hectáreas y hectáreas de viñas de un color verde brillante, donde nacen los celebérrimos vinos conocidos en todo el mundo.
La « route des vins d’Alsace » es el nombre con que se conoce al recorrido que empieza al norte de Estrasburgo, pasa por decenas de pueblecitos y acaba en Colmar, la segunda ciudad más importante de la región, más pequeña que Estrasburgo pero no menos bonita por sus casitas llenas de colores, por sus canales y por la opulencia de las flores que se asoman por las ventanas para dar la bienvenida a los turistas.
Los paisajes recuerdan algo de Suíza pero también de la parte noroeste de Italia.
La recepción del pueblo alsaciano merece sin duda la visita pues no tiene nada que ver con el frío aproche de los parisinos o de las mayoría de los franceses que ni siquiera consideran dirigir palabra a quien no hable un francés perfecto…
Quizás la influencia alemana diera vida a una parte mas abierta y menos altiva del pueblo francés? No vamos a descubrirlo. Pero no cabe duda de que hay una pequeña Francia dentro de la gran Francia que vale la pena conocer pues es una pequeña joya de ese país cuyo nombre no es sinónimo de París, sino de su interior.
Los franceses lo saben muy bien, ya que a la región de París se le llama “Ile-de-France” y todo el resto de Francia es la “province”, o sea el interior, que es mucho mayor que la “Ile-de-France”….
Sara Picoli
4 comentarios:
No he estado nunca en Estrasburgo, habra que ir. Gracias por recomendarlo. A mi los franceses me parecen simpáticos en general. En Francia he conocido a algunas de las personas mas transigentes que he conocido nunca, no comparto lo de que no sean hospitalarios con los de fuera...incluso me sorprende, tengo que decir.
Besos,
Soniapt
Que chulada! Apuntando en la agenda de vacaciones de este anyo en 3,2,1...
Yo conocí La Alsacia y me pareció una región preciosa.
Ra
Yo también he disfrutado la Alsacia. Adoro Estrasburgo y recuerdo el mercadillo de Navidad de Colmar con cariño...
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